La combinación de actividad física—especialmente el entrenamiento de resistencia—con una ingesta adecuada de proteínas es la estrategia más eficaz para combatir la sarcopenia. Estudios clínicos indican que los programas de ejercicio estructurado, junto con ingestas proteicas de 1.2–1.5 g/kg/día, mejoran la masa magra, la fuerza y el rendimiento físico en adultos mayores. Cuando la ingesta dietética de proteínas es insuficiente, la suplementación con fuentes de alta calidad como las proteínas lácteas puede apoyar los procesos anabólicos y prevenir la degradación muscular.